Letras de Cactus

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Decisiones

El año era 2007, creo que por Agosto o Septiembre. Tenía 33 años. Estaba en esos meses viviendo en NY por cosas de trabajo con Studiocom. Vivía la aventura de una oportunidad única que me habían brindado Juan Pablo y Maria Claudia: poder abrir una nueva oficina en esa ciudad. Trabajaba como loco, el verano era infernal y yo sudaba montones en la icónica oficina de Y&R en Madison Avenue. Era feliz por muchas cosas, pues la oportunidad era enorme… pero también me hacía un poco triste estar solo en la ciudad más solitaria del mundo: mi entonces esposa había decidido no mudarse conmigo y me lo había dicho hacía dos días. También me preocupaba la crisis financiera de 2008, que ya se venía venir. Así que debía debatirme entre seguir en NYC sin mi esposa, con crisis a la vista, o devolverme a Bogotá y fallarle a mi compañía, y de paso perder el sueño dorado de trabajar en la meca de la publicidad. Eran días de mucho trabajo, de muchas decisiones, de mucha incertidumbre. No sabía qué hacer.

Con tanta angustia, quisiera decir que me fui a la Catedral de San Patrick a pedir por un poco de insights desde arriba, pero la realidad fué bien diferente (claro, fui a Saint Patrick pero mi interés era mucho más estético, la verdad sea dicha). Mi respuesta, en cambio, llegó de una manera mucho más mundana y hedonista. Una noche, cansado de estar abrumado, me fui al legendario Blue Note, uno de los viejos templos del jazz. En la entrada, el bouncer me dijo que lo único que había disponible para sentarme era una mesa. Lo que llamaban la mesa –en realidad una silla en una mesa, compartida con extraños– era incómoda y costaba un dineral; los tragos bien podrían ser de oro líquido por lo que cobraban, y el local era pequeño, húmedo y pegajoso como solo NY puede serlo en verano.

En el escenario apareció este personaje con una guitarra, Al Di Meola. No lo había escuchado tocar nunca. Pero en cuanto pulsó la primera nota de su cuerda, algo se movió por dentro. Tocó varias piezas, aprendí algo de guitarra, tomé nota de las canciones para estudiarlo más luego. Y quizás lo más importante fué que, al final del par de horas que duró el show, logré tener una luz sobre lo que debía hacer. Debía seguir el instinto y el corazón. Estaba claro.

Decidí devolverme a estar con mi esposa y dejar atrás ese sueño ese mismo año. Pero el legado musical esa noche ha permanecido intacto. Hoy me encontré con este video, y recordé que la canción con la que abrió Di Meola fué precisamente Entre Dos Aguas: muy simbólica pieza para el momento de entonces. Aquí aparece tocando otra canción enorme, Mediterranean Sundance, con Paco De Lucia, quien había muerto hacía unos años. En el video dos tocan como dioses con guitarra. Y recordé lo que significó esa noche para mi: magnífica música, y una buena y difícil decisión.