A veces me siento como un alma vieja con errores de adolescente. Otras, a decir verdad y la mayoría últimamente, me siento como un gato inmaduro que persigue escasos destellos de luz, y montones de estupideces por todos lados.
No lo sé. Quizás no sea esto ni aquello, aunque ciertamente la aguja se inclina más a un lado o al otro dependiendo del momento y las personas. Lo que sí sé, de seguro, es que estoy jodida, feliz, triste y hasta esperanzadoramente aquí, y ahora, y solo.
